[Por: Fermín Ruiz] Es raro pensar en estos tiempos en el proceso de aptitud para el trabajo, la incorporación de trabajadores para una empresa o el movimiento de trabajadores dentro de la misma está restringido. Además, los exámenes médicos ocupacionales tendrán que esperar la culminación de la emergencia sanitaria. Las empresas no están pensando en sobrevivir y cómo llegar al fin de año con algo de rentabilidad. Pero pensando en el proceso me di cuenta de que la aptitud médico ocupacional ha virado muchos grados en las decisiones por tomar, y esto es porque ahora no solamente estamos considerando la actitud médica por sí sola, sino que además con la covid-19 se agregaron ciertas características que tenemos que tomar en cuenta.
Todos sabemos que para realizar una aptitud médica necesitamos ciertos criterios, la guía emitió hace algunos años la Sociedad de Medicina Ocupacional y Medio Ambiente (SOMOMA), en donde está muy claro los pasos para poder elegir la mejor condición de un trabajador frente al proceso de selección para un puesto laboral. Hay criterios legales, médicos, ocupacionales, empresariales y éticos que se deben de tomar en cuenta y que los médicos ocupacionales, con la práctica diaria, han sabido elegir de manera adecuada.
Considero que frente a la pandemia se abren dos características que, entre muchas otras, no se tomaron en cuenta:
- Debemos pensar ahora en la vulnerabilidad de los trabajadores ante ciertos trabajos operativos. Principalmente se ha evidenciado que antes ese proceso no lo teníamos en mente. Yo mismo pensaba que la actitud no se debe evaluar mirando las enfermedades de las personas, sino sus capacidades. Esto lo sigo sosteniendo, pero tenemos que agregar la evaluación de la persona según sus vulnerabilidades psicofísicas, y esto hace más completo y complejo el proceso mental de aptitud médica. Me explico, al momento de una evaluación médico ocupacional, en donde se va a determinar la aptitud de las personas, lo que se tiene que evaluar ya no solo son las competencias psicofísicas en relación a las exigencias psicofísicas de un puesto laboral. Hoy se tiene que agregar a esta evaluación las vulnerabilidades de los trabajadores (fobias, vicios, traumas, creencias, etc.) que lo pueden paralizar en algún momento originando una actividad riesgosa. Obviamente averiguar la presencia o ausencia de este tipo de situaciones es muy difícil, pero créanme que haría mucho más completa una evaluación de aptitu.
- La otra situación que la pandemia ha puesto en evidencia es el amplio desconocimiento en el uso de las pruebas diagnósticas, la utilidad de cierta clase de parámetros de laboratorio o de exámenes auxiliares para determinar la aptitud del trabajador. Se realiza más por moda que por empleo de la medicina basada en evidencia. Por ejemplo, hoy como parte de la aptitud médica para el reinicio de labores de un trabajador se determina si un trabajador es potencialmente una fuente de contagio para los otros trabajadores. Como salida a esta necesidad se toman pruebas diagnósticas de Covid, pero es complicado verificar la fiabilidad de estas pruebas para este proceso, porque no existe una prueba auxiliar o una evidencia clínica que te pueda determinar el grado de contagio que pueda tener una persona en cualquier momento de la infección. Por lo tanto, si queremos relacionar la aptitud con el poder de contagio, ese proceso no podría realizarse en realidad, pero aun así muchos consideran lo contrario. Es un reto entender una pandemia, pero la clave para salir adelante es cuestionar nuestros procesos, tratar de explicar de la mejor manera la vigencia de estos, y que si se tiene que cambiar algo se hace y listo porque de eso va a depender que lo que ocurre hoy no vuelva a producirse mañana…
Escrito por Femín P. Ruiz Gutiérrez. Médico Ocupacional, ergónomo, docente, perito, asesor, jefe SST.
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